El mar de Chile, con sus 4.300 kilómetros de costa, hogar de gran biodiversidad, nos apasiona.
“Hombre libre, siempre amarás el mar” escribiría el poeta francés Charles Baudelaire, a cuyas palabras adherimos. Pensando en el mundo en que nos gusta vivir y que legaremos a las futuras generaciones, tres pilares fundamentales guían nuestros pasos:
Damos prioridad a la pesca artesanal, que conlleva una pesca selectiva, y a métodos que buscan ser amables con el medio ambiente, sobre todo si se trata de un producto de origen nacional. Somos partidarios de la necesidad del cuidado de los ecosistemas marinos, evitando la sobreexplotación y buscando garantizar la biodiversidad y continuidad de las especies en el futuro.
La pesca de pincho es selectiva porque de acuerdo al tamaño de anzuelo, tipo de cebo, y profundidad de línea, captura solamente la especie y calibre requerido. Las líneas reposan por cortos periodos para que las especies capturadas no deseadas puedan ser devueltas vivas al mar.
Un pez capturado con pincho, da como resultado una carne de gran calidad, libre de golpes, firme y fresca. Como esta merluza austral en una de las faenas de pesca en Aysén. Luego, la pesca se envuelve con un film protector y se guarda en cajas con hielo, dando inicio, desde la lancha, a la cadena de frío.
Valoramos y reconocemos el arte de pesca de trabajadores locales, y somos testigos de que sus productos, especies nativas, son garantía de calidad.
Las costas de Chile son la fuente de trabajo de 92 mil personas que se encuentran registradas como pescadores artesanales. Las especies que extraen, a través de distintos artes de pesca, representan un 32,7% del desembarque del total de recursos pesqueros del país.
Pescadores y pescadoras artesanales han ido aprendiendo el oficio durante años, ya sea por vínculos familiares o por interés personal. Se requiere de distintas habilidades; conocer y respetar clima, mareas y corrientes, dominar la geografía y muchas veces tener conocimientos sobre embarcaciones y conocer su comportamiento en el mar.
El método de captura de la langosta endémica de Juan Fernández y las Desventuradas fue reconocido, en 2014, como ambientalmente sostenible por el Marine Stewardship Council.
Te invitamos a ver un video explicativo de Oceana Chile
Sergio Mayorga, “Pirincho”, tenía 12 años cuando empezó a llevar sus propios pescados a la casa. Recuerda que pescaba sierra con su amigo Jorge en Calbuco. En un comienzo iban en un pequeño bote que era arrastrado por una lancha más grande. Como les iba tan bien, decidieron subirlos a la lancha grande. “Éramos muy suertudos. Nosotros contábamos nuestras sierras y siempre pescábamos más que los viejos, porque a nosotros nos encantaba (risas)”. En ese entonces, las merluzas no se vendían. “Cuando subía una merluza, los otros se reían. Decían que habíamos subido un tarro.”
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Renato Charlín, ingeniero pesquero, nos provee de locos y machas. Con su empresa familiar en Puerto Montt, nos cuenta: “Siempre estoy probando cosas, pero si no me gustan a mí, no lo intento, primero me tienen que convencer a mí”.
Sobre el loco (Concholepas concholepas), explica: Nosotros trabajamos solo la materia prima fresca.” Durante el proceso nunca se apalea el molusco. La textura blanda y suave –se puede cortar con el tenedor–, es lograda través de la temperatura: “como quien hace una carne mechada”, explica. ¡He ahí el secreto!
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